sábado, 22 de agosto de 2009


Frecuentemente las modas en la ropa y en la música, el uso constante de la tecnología que nos ahorra tiempo y que nos facilita muchas tareas, nos hacen dejar de percibir la magnificencia de los pequeños detalles en las relaciones humanas, o nos hacen perder la oportunidad de admirar una puesta de sol, de escuchar a un amigo contarnos sus problemas, o a un anciano que simplemente quiere que le escuchen; o lo que es peor, nos hacen discriminar a quienes no están a la vanguardia de estos cambios.
No es que sea algo malo querer lucir algún atuendo, ni querer escuchar algo nuevo en cuanto a música, sino que la humanidad, es decir, "el otro", puede quedar relegado por nosotros mismos; y los valores que pudieran servirnos de guía, parecen perder importancia ante esta avalancha de nuevas posibilidades de "ser" con todo el conjunto de cosas materiales a nuestro alcance.